Soneto de las estrellas.
De las estrellas que admire, mojadas
por ríos y rocíos diferentes
yo no escogí sino la que yo amaba
y desde entonces duermo con la noche.
De la ola, una ola y otra ola,
verde mar, verde frió, rama verde,
yo no escogí sino una sola ola:
la ola indivisible de tu cuerpo.
Todas las gotas, todas las raíces,
todos los hilos de la luz vinieron
me vinieron a ver tarde o temprano.
Yo no quise para mi tu cabellera.
Y de todos los dones de mi patria
solo escogí tu corazón salvaje.
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